Caos aéreo

Parece mentira que el simple humo de un volcán pueda estar paralizando todo el tráfico aéreo de Europa, pero según fuentes oficiales del Control Aéreo Europeo ya van del orden de 63.000 vuelos cancelados desde el inicio de la crisis volcánica. Y las previsiones del movimiento de la nube indican que seguirá afectando al menos durante un tiempo a las zonas afectadas.

El problema de la ceniza estriba no tanto en la pérdida de visibilidad, sino el efecto abrasivo de las cenizas, que pueden tanto llenar superficies importantes como colarse en los motores. Las rocas pulverizadas que colisionan a gran velocidad con un reactor, puede hacer dañar superficies dentro del motor. Dado el intenso calor del motor, las partículas pueden fusionarse cuando penetran en el motor y hacer que éste deje de funcionar. Los aparatos de aeronáutica y los electrónicos también pueden resultar dañados. Las autoridades de aviación dicen que las nubes de cenizas a menudo van acompañadas de nubes de gas como ácido sulfúrico y clorhídrico.

Evidentemente, este fenómeno natural supone una pérdida económica muy grande  y adicionalmente nos hace retroceder casi 100 años en las comunicaciones aéreas. Si intentasemos establecer un paralelísmo con las comunicaciones de datos estaríamos volviendo a la época de los 70 dónde el fenómeno de Internet y las redes de datos de alta velocidad eran una expectativa de futuro: colapso total.

La Organización Internacional de Aviación Civil es un organismo amparado por la ONU que se encarga de realizar planes de contingencia para estos casos. En estos momentos se está restableciendo el tráfico en algunos lugares, pero la cuestión es cúanto tiempo más se mantendrá la situación de inactividad parcial y si se disponen de alternativas técnicas en el caso de que hubiera nuevas erupciones. Veremos cómo evoluciona el asunto y si se incorporan nuevas tecnologías a la aviónica o cambios en los protocolos de funcionamiento para estos casos que tan gravemente afectan al turismo y comercio europeos.

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